Hace 12 años
y por eso no hay que automedicarse
Lo primero fueron los dolores de cabeza, seguramente, pero son ya una molestia tan mundana y habitual que se me pasaron por alto. No consideré que formaran parte de ningún cuadro médico digno de análisis. No, no fue hasta la llegada de las sensaciones de desorientación que empecé a preocuparme.
Otros síntomas que recuerdo fueron pequeñas manchas sobre la superficie de la piel, pérdida del apetito y, finalmente, ceguera.
No me parecía grave, todo estaba bajo control. Decidí, sin embargo, poner ciertos tratamientos preventivos en marcha para evitar un posible aunque poco probable empeoramiento de mi condición de salud física y mental.
Me puse hielo, a veces acompañado por alcohol, mucho hielo. Me alejé de las que había señalado como potenciales causas exógenas o ambientales y me prescribí mentiras y excusas como alivio sintomático, pero solo empeoraron los síntomas...
Finalmente, lo que funcionó fue alejarme de ti.
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Hace tiempo leí sobre una pared la frase: ''A pesar del diagnóstico de olvido... estás''. Creo que para olvidar no existen paliativos.
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