No duele


Al amparo de los días nublados me siento sobre el asfalto gris de la cornisa de mi ventana para terminarme el café. Ana tiene razón: no está demasiado bueno. Me arriesgo al viento, ya no enfermo tan fácilmente como antes... aunque ese es otro tema. No es mi salud médica el tópico de disertación.

Hoy he leído que en Tokio están surgiendo negocios como restaurantes y diners robotizados. Parece ser que el país líder mundial en este tipo de tecnología ya sabe cómo sustituir esa molestia que es la torpeza humana de sus camareros (e incluso de sus showgirls) por máquinas equipadas de inteligencia artificial y rasgos cada vez más fieles a los de nuestra anatomía. Imagino que el siguiente paso es lograr que emitan algún tipo de calor que nuestros martilleados cerebros paulatinamente confundan con el de otra persona.

Quizás lo consigan. No me extrañaría que, dentro de algunas décadas, sea habitual caminar por las grandes avenidas 100% escaparateadas, neonizadas y plastificadas de nuestras capitales jugando a señalar arbitrariamente a alguien y desafiando a quién nos acompañe a adivinar: ''¿person or robot?'' (en inglés o en chino, por supuesto). Ya sabéis, en plan novela distópica de Orwell o Huxley, pero en 3D, HD y sobrecogedor.

Abajo, en el bar, mis amigos hablan de fútbol cuando no de Cospedal y esta interminable crisis económica y social, los excesos del capitalismo, los fraudes fiscales, la corrupción de la clase política y otros síntomas de la podredumbre tan grave como evidente que sufre nuestra sociedad. Una enfermedad que nos sacudimos una y otra vez, como un perro que intenta librarse a patadas a ciegas de sus pulgas, pero que no sabemos curar porque la causa misma vive dentro de nuestro ego.

Y es que si nuestro mercado emocional funciona como la Bolsa, igual ocurre al contrario. Así que podéis llamarme inocente, pero os digo que pensar en el de al lado no duele. Y esa me parece una premisa obvia, lógica, revitalizadora, necesaria y olvidada.

Olvidada porque todos nos queremos mucho, pero en el sentido equivocado y con el burro delante. Y así es como no pedimos perdón si no se disculpa el otro primero; así es como el trabajo y el dinero se convierten en prioridad; así es como ''mientras a mí no me pase...''; así es como la especulación, la robotización y la supresión de puestos de trabajo... Así es, en definitiva, como enfermamos y desaparecemos.
Pensar en los demás no duele. Y, si lo hiciera, me quedo con el concepto de Machado y Rosalía: mejor dolor que no sentir nada (los robots se pueden quedar en Japón).


I need a break.

Tale of a one night stand


I slept with myself
and woke up without her.

Don't get me wrong,
the pleasure was intense
and she performed precisely,
but I had to leave me:
it was late; she was drunk
and we both felt lonely.

There was no other option,
she would have expected a call...
that would never come,
and forever hate me
because I'll never make it and,
even if I did,
there is no way she'd ever answer it.

Yuck, sexual politics.