Soy lenta.


A veces los grandes cambios se camuflan en la rutina.

Frío, calor; calor, frío, tempestades. Nada fuera de lo normal. Estaciones que se asumen como se rellena un formulario. Árboles que florecen y pierden las hojas. Calles que se inundan de personas en verano y de agua en otoño. Habitaciones que se redecoran para sobrevivir al estrés. El negro se viste de rojo y el rojo ha invadido el mantel.

Entre nuevos y viejos amigos, descubrimientos asumidos y pérdidas que pasan desapercibidas, todo sigue igual y todo cambia al mismo tiempo. Todo sigue cambiando pero se queda tal cual.

Hace mucho que duermo poco; que fumo menos; que no bebo té. Todas las mutaciones y viajes me parecen naturales, no las he visto venir. El café, las drogas, el carné de conducir, las cuotas de la Seguridad Social, los polvos improvisados... Todos se han colado en la fiesta sin que me diese cuenta de que su presencia sí, ciertamente cambiaba las cosas.

Hace poco tuve una conversación con un niño pequeño muy curioso. Tendría unos diez años y recuerdo que me resultó de lo más ocurrente, hasta pensé que tendría futuro como copywriter... en fin. Hoy, al contarle a una amiga la historia, he sufrido una pequeña embolia cerebral al decir las palabras ''el otro día hablé con un niño pequeño de lo más gracioso...''.

No dije 'hablé con alguien' ni 'me contaron algo muy gracioso ayer'. No, porque no habría tenido sentido. El interés de la anécdota radicaba en el hecho de que aquellas palabras hubieran salido de 'un niño'. Y uno no se fija en lo ingenioso de un niño hasta que ya no lo es...

Lo que quiere decir que el niño ahora es 'un niño', y yo no. ¿Desde cuándo? ¿A partir de qué edad dejamos de sentarnos en la ''mesa de los peques'' en las bodas? ¿En qué momento cambiamos el concepto de ''llevarnos bien con los demás niños'' por el de ''se nos dan bien''? ¿Desde cuando formamos parte del otro lado? Yo creo que estábamos tan concentrados en parecer mayores que no hemos visto venir que realmente nos hacíamos adultos.

No sé hace cuánto tiempo, entre estaciones, costumbres, ligues y otros cambios imperceptibles, ha ocurrido el más grande de todos.  Pudo ser hace once años, pero me dí cuenta ayer.