¡Que baje el telón de una vez!

Aburrida de esta vida, creo que quiero cambiar de credo asi que...
Alquilaré la sonrisa una vez más y



me iré a Transilvania



me enamorare de algún vampiro



que solo me quiera de noche



le daré besos de sangre y mil suspiros



y ajo y sol y sal y,... algún reproche,



por no aburrirnos.






Y es que hace demasiado sol,



me ciega y empieza a picarme



el maquillaje, quiero alcohol,



tabaco del caro y que dejen de molestarme.



¡Que baje el telón de una vez!






No tengo carácter ni profesión,



solo un personaje al que me aferro,



por miedo a no poder seguir deslizándome



por la vida sin la protección



de su máscara de hierro.






Recorro galerías estos días



de sin inspiración,



buscando entre cuadros y espejos



alguno en que vea a esa,



esa que llaman,... ¿yo?

A todos nos han contado la misma historia


Ya sólo le acompañaban el sonido de un viejo acordeón ajado y maloliente, igual que él, y una botella siempre llena de un líquido que alguna vez fue alcohol.


Los trenes, que, conforme avanzaba la tecnología se hacían más y más silenciosos, permitían que su música melancólica resonara en toda la estación alcanzando los corazones de viandantes que entraban y salían a toda prisa.


Recuerdo de una ocasión en que unos chicos se adentraron en Acacias tratando de guarecerse de la lluvia, riendo y hablando a todo volumen, uno de los adolescentes dejó al grupo para llamar por teléfono y, mientras recorría los pasillos oyó el sonido del triste instrumento. La melodía le atrajo como un canto de sirena hasta encontrar al músico, una versión madrileña y pobre de Feliciano Brunelli le pareció al chaval, que se le acercó para alabar su música; 'Me ha hecho sentir su tristeza, pero me alegro de haberlo podido escuchar', dijo. El viejo borracho, reparando en su presencia, alzó la cabeza sin dejar de tocar y comenzó a reír carcajadas que sonaban a película de terror, el niño retrocedió asustado ante la extraña reacción del hombre que, mientras lo miraba marcharse, le espetó '¿mi tristeza? ¡La que tú te has inventado, aah, niñatos a mí... que yo soy muy feliz, tengo un acordeón y los mejores cartones de Madrid!'. Fue una escena basánte cómica, el 'niñato' corría, asustado por los alaridos estridentes del acordeonista, que parecía pasarlo en grande escarmentando a todos los que se acercaban a él.


A un par de esquinas de distancia de la estación, bajo la lluvia de un cielo rosa, en la cabeza del chaval seguían oyéndose ecos de la voz del viejo '¡Que muchos quisieran mis cartones, muchos!'. Y es que él, durmiendo en trozos de cajas de televisores LCD de 109'' estaba más que triste por desahuciado feliz por su suerte, o tal vez era algún desequilibrio en su cerebro lo que le hacía sentirse feliz dentro de su desdicha, o tal vez nos hemos inventado todos una historia muy creíble de lo que necesitamos para ser felices.


Una historia que a él nunca nadie le contó.

Luz a través de la persiana

Se iluminan uno a uno, aumentando en altura hasta alcanzar mi vista y obligarme a abrir los ojos. Y por algún extraño motivo me parecen bonitos.

Conclusión ninguna, sentido menos

Divagando para no estudiar.

Me niego

tengo miedo

y una grulla azul en el pecho

hago una de papel

y la cuelgo de mi techo

para que me recuerde

que quiero tener mucho que decir,

mierda, ¿temo al alzheimer?
no viviré tanto para eso.

Creo que me perdí

en alguna carretera

debía ser muy pequeña

porque no lo recuerdo

definitivo, temo al alzheimer.

Soy miope, joder

pero no ciega

y sé bien

que llevo las de perder

pero no pienso ceder

el turno a la vida

para que me lleve...

aún asi los dedos tiemblan

con el volante entre las manos,

y tantas rimas cutres

como santos

en el calendario

chino que cuelga de mi pared

¿eso qué coño es?

nunca me habia fijado

tal vez no cuento los días

porque escribo demasiado.
(mal)




Con religión a primera...¿que se puede esperar?

Viaje entre el recuerdo y la locura, silencios de por medio.

Lo único que tenía eran recuerdos.

Recuerdos que lo impregnaban todo, pero que no conseguían llenar el vacío.

Recuerdos que ya no sabía como interpretar, habían dado tantas vueltas en su cabeza que sólo volver la vista a un mínimo detalle de aquellos momentos le producía mareos y ansiedad. Estaba cansada de tanto intentar entender y buscar un significado a cada movimiento, cada palabra, cada gesto, que quizá no significaban nada... era perder el tiempo, y eso lo detestaba.

Y no podía parar. Cada paso y cada conversación, cada silencio, cada frase hacía eco en su cabeza y muchas veces pensó que era probable que las locuras que extraía de recordarlos fuesen ciertas, pero luego volvía a la realidad y ya nada de lo imaginado era tangible... Y esto no era estar enamorada, no, esto era su cabeza un día normal por alguien especial, cuando se percató de ello se echó las manos a la cabeza, sólo del miedo a la sensación que sufriría si algún día se enamoraba. Si esta vez era así, no quería ni pensar como sería cuando apareciera alguien mas importante en su vida.

Lo tenía todo, o al menos eso le habían dicho siempre, pero no tenía nada, solo preguntas, tantísimas preguntas cada segundo del día que a veces deseaba dormir despierta, pero sin soñar, pues por la noche tampoco la abandonaban los sueños, que eran preguntas inconscientes y más intensas cuando solo quería descansar de las diurnas. No tenía nada, nada, nada, y es que no tenía nada porque no era tan inteligente como todos pensaban, ni tan complicada (bueno, tal vez eso si), a veces pensaba que, encontrando a alguien igual encontraría la solución, ya que al menos tendría quien comprendiera sus repentinos cambios de humor, y a ella le encantaría tener que comprenderlos también.

Puede que en el fondo solo fuese eso lo que deseaba, tan imposible de encontrar... Puede que no. Si había algo que se esforzaba por entender y no podía era a si misma. Y mientras escribía esto millones de cosas más giraban violentamente entre la materia gris de su cerebro, algunas estirando los brazos para alcanzar su corazón, pero millones de cosas no se pueden escribir, y se quedan dentro agravando su estado mental.