gravedad



Y esta adicción al vértigo me preocupa. No por el peligro de caer, sino por la certeza terrible de que, en algún momento, las distancias no serán peligrosas.

Y donde y cuando no hay peligro, no hay pecado. Y donde y cuando no hay pecado, no hay religión, no hay deseo, no hay gravedad, no hay yo.

No hay nada.

No hay comentarios: