de alguna ninguna parte

El cielo es infinito, mira a tu alrededor y siempre hay un trozo de cielo.


Esta ahí para recordarnos que estamos en la tierra y tenemos los pies apoyados. Que no podemos volar pero sí matarnos si (no) lo intentamos. Que de noche no estás solo, hay almas confundidas y perdidas en su negra inmensidad que te acompañan desde lejos. Que las nubes son así de diáfanas para que nuestros sueños las traspasen y miren a las estrellas a los ojos.


Aquí, donde yo vivo, siempre puedo ver el cielo, mis nubes son el techo al que no llego y las paredes me recuerdan los colores veraniegos. Aquí, donde yo vivo, siempre brilla, siempre siempre siempre brilla, y aún así nos enfadamos. Aquí nos acompaña la luz a todas partes y las casas relucen al sol y el mar al cielo hace un homenaje y, para que no lo olvidemos, el aire nos trae ese olor a nunca seco, a agua de vida y a oleaje... tal vez para recordarnos que no somos de ninguna parte pero sí de nuestro lugar amante.

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