Me gusta como duermes con todo tu cuerpo doblado, y cómo no hay nada que pueda perturbar tu sueño. Eres como un altísimo niño pequeño y puedes dormir muy callado, con esos ojos enormes cerrados que parecen decir: 'tranquilo, por hoy todo ha terminado'.
Me gusta mirarte dormir y preguntarme qué puede estar soñando cuando de repente sonríes y te giras o haces algún ruido extraño, y después vuelves a la normalidad.
Pero sobretodo me gusta que puedas dormir sin saber que estoy aquí, despierta, que mi cabeza lleva 7 horas intentando descansar pero ya se ha rendido a vagar por esos lugares dispares que definen el insomnio.
Y, es raro, porque la rendición ha traído consigo ganas de mear, y estas me han regalado el momento en que me he levantado de la cama, y tus brazos se han estirado, dormidos, palpando la sábana en mi busca...
Hace 12 años
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