Contaba su vida en capitulos de borrachera, tambaleándose.

El viejo borracho gritaba
y ya todos en lugar de sentir pena por él,
... ignoraban.

No tenía nada que perder,
no tenía a nadie para hablar,
no tenía mucha vida que vivir,
no tenía un lugar para dormir,
solo tenía mucho que contar.

Era un antro oscuro y maloliente
donde música pasada de moda se repetía continuamente
entre el olor a libro viejo y las manchas de alcohol.

No encontró un sitio más perfecto para él,
no encontró la salida a tiempo,
no encontró la llave de la nueva cerradura,
no encontró los biberones ni tiraba la basura,
solo encontró el final sobre tablones gastados.

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