Y... más adelante, ¿qué?

Camina entre extrañas plantas de vivos colores, de colores brillantes que, al sol, nublan la vista y lo tiñen todo de una luz extraña, liberadora, anaranjáda y rosácea. Camina descalza, los brotes en el suelo son amables con sus pies, que siguen avanzando entre la dominante de color rosa y amarilla, verde y naranja, sus ojos se pierden entre la frescura del ambiente, dejándose llevar por las ganas de seguir adelante y crecer, crecer allí, sin testigos más que las notas musicales de la banda sonora de alguna película infantil...

Sus pasos, inocentes, la llevan a un nuevo paraje donde las plantas ya no se mecen con la cadencia del viento, sino que todo lo que la rodea se mueve por si solo, tiembla, es imposible no sentir miedo en este lugar, no desear volver al anterior, de donde venía. Aquí el rojo es agobiante, y a cada paso que da siente en su piel como se deshojan cuatro amapolas bajo sus pies, y no puede parar de caminar, cada vez más rápido, mientras las ideas se desordenan en su cabeza sin orden ni control, y en su boca se acumulan preguntas sin responder, besos sin regalar y palabras que no sabe si algún dia sera capaz de decir...

Comienza a vislumbrar un dorado numero dieciocho grabado en una puerta hacia la que se dirige irremediablemente, no sabe lo que habrá detrás, no lo sabe,

más preguntas,
más preguntas,
más preguntas,

en realidad no le preocupa ni le da miedo, solo es curiosidad.

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