Volver a nadar en ese océano infinito y helado... buceando sin necesidad de oxígeno, sin hambre, sin sueño, cada milímetro dentro, vacío de cansancio y lleno de ganas, cada centímetro de piel obedeciéndose a sí mismo, mientras las voces de la razón se apagan lentamente.
El agua en que me sumergí hace siglos se enfría y oscurece paulatinamente a mi alrededor conforme me acerco a mi destino, que mi cabeza no conoce, pero mi cuerpo sí. Llevo horas nadando y, aunque no estoy cansada, el aburrimiento existe en este mundo y me dedico a jugar con las burbujas que mágicamente salen de mi boca en el lugar de la risa o las palabras, como si mis pulmones fuesen un pozo inmenso de aire; una, otra y otra... El agua se enfría mucho más, y más rápidamente...
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como si algo estuviera a punto de empezar, pero no es eso que espero, no es nada que haya vivido antes...
es ..
como una nueva estación, imposible de imaginar.