- Pero, cariño, si en realidad nosotros funcionamos así, yo te quiero por esto y tu a mí también, ¿por qué no lo aceptas?
- ¿Qué te acuestes con otras? ¿Quién te crees que soy?
- Tú, amor, tú. No te engañes, a otra no le hablaría así y con otra no tendría esta relación. La tengo contigo. No entiendo por qué no lo admites de una vez, te gustan las cosas así, ¿verdad?
- Bueno, en realidad...
- ¡Sí, en realidad sí! Entonces, sigamos como hasta ahora, ¿no? Tu te acuestas con otros y yo me hago el tonto, yo me acuesto con otras y tú te enteras. Me das unas bofetadas y me gritas, me lo reprochas. Te pido perdón y me arrepiento y somos felices, y vuelvo a acostarme con otra y vuelves a gritarme y abofetearme y vuelves a perdonarme. ¿No es perfecto?
- Sí, tienes razón. Además, en realidad yo ahora estoy liada con mi jefe...
- Emmm, ¿qué has dicho? Estaba distraído.
- Jajaja, de acuerdo. ¿Y qué? ¿Tú no estarás liado con alguna a mis espaldas?
- ¡Cariño! ¿Cómo puedes decir eso? Sabes que solo te quiero a ti...
- Pero he visto como miras a la que pasea al perro del vecino, y--
- Sí, bueno, la niña está bastante bien, ¿eh?
- ¡No eres más que un bastardo pervertido! (bofetada)
- Ay, lo siento, amor mío. Ha sido un lapsus, si ni la he mirado, es una niña pequeña, yo solo tengo ojos para ti.
- ¿Seguro?
- Que sí. Te quiero.
- Te quiero.
Hace 12 años
