[ Cada 'clok' contra mi ventana parece ser una palabra. Contradictorias, como las neuronas, unas dicen 'muévete' y otras 'mejor quédate sentada'. ¿Sabéis? es que despedí al ángel y al demonio que me aconsejaban y... bueno, esta es su venganza. ]
Me envuelvo en una manta para atreverme a abrir la ventana y mirar a la lluvia cara a cara: las aceras están mojadas y las lámparas que quedan encendidas tras los cristales de ventanas empapadas emiten luces extrañas. El sonido de los coches en la carretera de al lado se mezcla con el chapoteo y casi parece que hay vida en las calles desiertas.
No sé, a mí así me parece que el mundo sigue despierto aún cuando todos se han ido a dormir, sigue latiendo. Quiero creer que no todo está tan frío, repetido y tan muerto. Solo que así es como lo vemos. En realidad es por el frío que apreciamos el calor y, repetido, bueno; nuestros propios latidos son repetitivos y la vida está delante de nuestros ojos, solo que apenas los abrimos.
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