Frío perfecto

Me gusta cuando hace frío y estás tú cerca. Me gusta porque siento mi piel sentir mil veces en mi cuerpo, siento mi corazón latir un millón de veces en mi pecho y respiro a mi alrededor el frío de la habitación.

¿Nunca te has quedado quieto, muy quieto, en la mitad del pasillo de los congelados del supermercado? ¿O delante de tu nevera? El roce de cualquier cosa es como un cosquilleo en todo el cuerpo... Estando contigo, mientras dura el frío, siento el pelo caerme sobre los hombros como una suave manta de calor, tus manos como hielos que se desplazan sobre mi espalda y los labios escalofríos que recorren mi cara.

Si me dejas contarlos, creo que llegaré a unos pocos centímetros de segundo de calor entre tus dedos y los míos. No más. Y tampoco hace falta más.

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