Solo las gotas eran testigo...
Llovía y cada vez hacía más frío, las gotas heladas resbalaban por el aire desde las nubes allá arriba y nos tocaban, y nos acariciaban. Las calles estaban desiertas, desiertas como solo lo están en los sueños a esas horas, y la lluvia nos miraba desde todas partes. Corrimos para escapar de ella pisando los charcos y empapándonos aún más, nos perseguía y se metía entre nuestros dedos. Pero lo mejor es que no se nos ocurrían palabras y solo nos podíamos reir.
Hace 12 años
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