Dime...

.
¿No lo deseas? ¿Acaso no puedes sentirlo?

Debes hacerlo.

Tu piel encendida, el movimiento desesperado de tus brazos por no poder abarcar cada parte de mi cuerpo al tiempo... Tu respiración que se agita conforme me acerco, y se vuelve convulsiva cuando chocan nuestros huesos y los besos se vuelven caricias de terciopelo.

Cuando apoyo mi oído sobre tu pecho puedo sentirte latiendo, puedo sentir que allí, dentro, en algún recóndito hueco de tu cuerpo ardiendo mueres por quererme un poco más, que el tiempo corra más lento.

Me has dado cada segundo.

No hay comentarios: