
Cuando esta uno solo, sentado a una mesa con un vaso transparente y semilleno en la mano, es casi imposible no dejarse llevar y sentirse por un momento como el borracho de alguna película, coger el vaso con el codo apoyado sobre la mesa y llevarselo a la boca, y beber hasta que quede muy poquito... entonces, con el vaso aún en la mano, poner la expresión de que el agua tiene unos 50 grados de alcohol que te queman la garganta, balancear el vaso entre los dedos y ver como el líquido ondea en el fondo, dejar que tu mirada se pierda, fija en la dulce cadencia de las ondas de agua a traves del cristal...
Perderse en ella... dejarse llevar, no pensar...
Y, si estando en eso algo te despierta de tu letargo, entonces la expresión cambia a la de mareo, con los ojos entrecerrados. Es en ese momento cuando colocas el vaso sobre tu frente, sintiendo el frío que desprende sobre la piel, esto dura solo unos instantes, porque entonces coges el vaso y lo pones sobre la mesa violentamente, pero sin romperlo. Lo dejas sobre la mesa haciendo un ruido seco y dejas caer la cabeza sobre las manos, con los codos apoyados, y deslizas los dedos entre el pelo, recorriendo toda la cabeza hasta cansarte... y puede acabar cuando tu quieras.
Es el cortometraje de un momento aburrido cualquiera.
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